Que sea por convicción,
no simplemente otra opción

La personas debemos tomar decisiones diariamente. Nos sorprendería la cantidad de “situaciones” que resolvemos de manera autómata y sin caer en cuenta. Muy probablemente porque son solo “pequeños problemas” del día a día. De manera que, a menudo, tomamos decisiones dejándonos llevar por el instinto. Tal vez, porque repetimos la respuesta de una situación similar anterior, o bien porque inconscientemente replicamos paradigmas del pasado, o bien porque simplemente hacemos lo que otros hacen, o quizá porque nos viene una preferencia inexplicable.
Nos cansamos de tomar decisiones cada día ya sean grandes o pequeñas. Muy probablemente porque al final son simples “problemas” que deben resolverse. Sea como sea, las personas buscan soltarse y entregar ciertas decisiones al instinto, entre otras cosas porque permite descansar de alguna manera. Es como poner el piloto automático del coche y no preocuparse tanto de apretar y soltar el pedal.
Las marcas y las empresas deben entender la importancia y la responsabilidad que tienen
Imaginemos por un momento a una persona que tiene que ir a hacer la compra en el supermercado. Tiene su gran lista, 40-50 productos de todo lo que le falta en casa para que no se le pase ninguno. Ya en el mercado se dispone a ir por cada pasillo buscando cada uno de ellos: leche, mantequilla, queso… Lo interesante es que la lista que hizo muy probablemente sea de “productos” no de marcas; sin embargo, cuando va por los pasillos eligiendo cada uno de los 40, 50 o más productos de esa lista seguramente no se detiene en cada uno de ellos analizando las 10 ó 15 marcas diferentes que puedan haber para tomar la decisión, quizá se detenga a mirar una promoción, o en alguno de los productos se sienta “atrevido” y quiera probar una nueva marca, pero lo cierto es que en algo tan sencillo y cotidiano como hacer la compra en el súper tomamos decisiones como qué mantequilla comprar o no comprar, es buena para mi salud, con sal o sin sal, para untar o de bloque, pruebo la nueva o me llevo la de toda la vida. Y ahí es donde entran las marcas a ayudar, haciendo más sencilla la elección de cuál producto comprar o qué servicio adquirir, y es ahí donde las marcas y las empresas deben entender la importancia y la responsabilidad que tienen.
Millones de productos, millones de servicios, millones de opciones. Hoy la competencia por ser los afortunados ganadores de la elección del consumidor por nuestra marca es más alta que nunca. Que miren nuestra marca, incluso que la prueben, es fácil; pero el terreno se empieza a complicar cuando necesitamos que sean fieles para que vuelvan y vuelvan y vuelvan a comprarnos, no por opción si no por convicción.
Las personas están más informadas y esto es bueno para las marcas
Muchos estudios han demostrado que una persona promedio puede “ser impactada” hasta por 10.000 anuncios al día, entendiendo además que existe una constante proliferación de canales y medios digitales que inundan con contenido a las personas a donde quiera que vayamos (tanto en el mundo “real” como en el digital).
Desde hace mucho sabemos que los hábitos de compra de los consumidores están cambiando, que las personas están más informadas, que exigen más y esto es bueno porque es una invitación a las marcas y a las empresas a hacer las cosas cada día mejor. Las empresas que se alinean con sus valores, que se preocupan por algo más que el todopoderoso dinero, que entiendan la importancia de lo que hacen y la responsabilidad que tienen para con el mundo son las que serán capaces de construir grandes marcas. Y cuando creas grandes marcas gerenciadas por ese “value-driver”, esas personas, esos consumidores que las compran serán siempre leales.
Según un estudio de Survey Monkey, en 2021 el 78% de los consumidores afirmó tomar decisiones de compra basadas en los valores de la marca. Y es que cada vez más vemos cómo una marca es glorificada o saboteada por su postura en algún tipo de asunto público. Las personas se preocupan no sólo por lo que se vende, sino también por cómo se hace negocio y a quién afecta.
Alejémonos de campañas vacías, sin contenido significativo
Debemos buscar oportunidades para integrar nuestra marca a la vida de la personas de una manera coherente con nuestros valores y con los intereses de ellos. No limitarnos a estar en sus redes y su comunidad, si no a entenderla y formar parte de ella. Alejémonos de campañas vacías, sin contenido significativo. Dejemos de hablar y empecemos a hacer, dejemos de venderle productos y empecemos a ayudarlos, analicemos iniciativas y canales que nos permitan demostrar a partir de nuestras acciones nuestros valores y que permitan a las personas ver nuestra marca “walking the talk” en los puntos de contacto que ellos estén.
¡Escuchemos a nuestros clientes! Si hay algo positivo en esta ya mencionada proliferación de los canales digitales es que podemos conocerlos más. Las herramientas digitales son excelentes para crear campañas hipersegmentadas, pero aunque la tecnología es maravillosa, puede ser un barrera para establecer conexiones reales. Sí, estas campañas digitales sirven a menudo para “conocer” a los consumidores basándose en datos demográficos o el historial de navegación, pero usemos las herramientas no solo para inundarlos con promociones e información que no les interesa, en cambio usémosla para escucharlos atentamente: qué quieren, qué le podemos dar desde nuestro producto o servicio que sea relevante para ellos, cómo desde lo que hacemos podemos aportarles valor. De esta manera generaremos una relación verdaderamente inquebrantable.
Está demostrado que la retención de clientes en tan sólo un 5% puede tener un enorme retorno en la rentabilidad. Cualquier marca puede gastar para conseguir que un consumidor compre una vez (el coste de adquisición de nuevos clientes es mucho más elevado que el de retención), pero las que invierten para construir una relación de compra a largo plazo son las que saldrán ganando.
Las marcas deben centrar su energía en aportar valor
Los datos muestran que el 64% de los consumidores prefieren apoyar a las marcas que son conocidas no sólo por sus beneficios, sino también por su propósito. Las marcas cuyas iniciativas de marketing apoyan valores universales verán un mayor rendimiento que las que no lo hacen.
Lo importante es garantizar que la relación que se establezca con nuestra audiencia haga que nuestra marca sea la primera que tenga presente cuando piense en la industria en la que estamos, porque aportamos más valor, porque somos más relevantes que las otras y porque están ayudando a construir un mundo mejor.
En última instancia, el objetivo de las marcas no debería ser simplemente intentar llegar al mayor número posible de personas para facturar más. Las marcas deben centrar su energía en aportar valor con la convicción de que así se construirá una verdadera relación con las personas, un vínculo que se traducirá en la compra y la fidelidad a largo plazo. Establezcamos esa relación, entendamos la responsabilidad que tenemos como marcas y de esta manera, ganaremos un consumidor para toda la vida.

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